Por pura coincidencia, justo un mes después de la primera nota sobre la carretera que pretenden construir atravesando el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), debo volver a tocar el tema.
Pero esta vez lo hago desbordado por la indignación. Como al vate, quiero escribir, pero me sale espuma. No puedo concebir cómo un gobierno que se dice indigenista y que se abroga la falacia —entre varias otras, claro— de tener al primero presidente indígena de Bolivia (el primigenio en todo caso fue Andrés de Santa Cruz y Calahumana, y después hubo otros con raíces indígenas claras), arremete de la manera más cobarde y vil contra aquellos que dicen representar.
Ayer al promediar las 16:30 ó 17:00, cuando los indígenas marchistas apostados cerca de Yucumo (Beni) terminaban de faenar una vaca para cocinarla y cenar, la Policía Nacional intervino de manera cobarde, brutal y violenta la concentración de los cerca de 1200 marchistas, utilizando agentes químicos y balines, reprimiéndolos y llevándose detenidos por la fuerza a dirigentes —algunos de ellos integrantes de la Asamblea Legislativa que gozan de inmunidad— y todos cuantos pudieron.
Según la crónica de la periodista Amancaya Finkel de Página Siete: «Un bebé de tres meses murió anoche tras la violenta intervención policial en Yucumo a la marcha indígena que se opone a la construcción de la carretera por el TIPNIS. El bebé falleció aparentemente por la inhalación de gases lacrimógenos. (…) Existe un saldo de 37 desaparecidos, según el comunicado, entre ellos siete niños y un bebé, y una cantidad no determinada de heridos y detenidos. Por momentos la represión fue extremadamente violenta, golpearon a algunos indígenas con saña (…) Muchas personas fueron enmanilladas y otras inmovilizadas con cinta adhesiva. El diputado disidente del MAS Pedro Nuni fue detenido sin respetarse su inmunidad. La cantidad de gases lacrimógenos fue tal que se produjo una gran confusión, ocasionándose el extravío de los niños».
El periódico La Razón, considerado por muchos ciudadanos de carácter paraoficialista por el capital venezolano de sus accionistas mayoritarios, puntualiza que «Los hechos ocurrieron entre las 17.00 y 17.35 a pocos metros del puente San Lorenzo, donde los indígenas fueron retenidos el sábado por la Policía poco después de romper una barrera policial llevando por delante al canciller David Choquehuanca. La jornada transcurría con normalidad, hasta que un grupo de policías ingresó a una hacienda cercana al lugar donde acampaban los indígenas. Esto movilizó a una decena de “flecheros”, liderados por los dirigentes Celso Padilla y Fernando Vargas, que los interceptó y les exigió que salieran del lugar. La periodista de la agencia AYNI, Rocío Rúa, que estaba en el lugar, relató a La Razón que un uniformado dijo que saldrían en 10 minutos, pero poco después iniciaron el operativo con la detención de Padilla y Vargas, a quienes —dijo— golpearon y subieron a un vehículo. Similar acción ocurría en el campamento. “Todos estaban descansando y los niños jugando, de pronto todo cambió. Están cazando a los indígenas”, relató un antropólogo, quien dijo a este medio vía teléfono que escapó y que estaba junto a varios indígenas en el monte. La intervención con gases lacrimógenos hizo que mujeres, niños y hombres huyan de los efectos de los gases y la persecución. “Muchos niños se perdieron, había madres llorando preguntando a todos, después del operativo, si vieron a sus hijos”, relató la periodista Rúa».
El rotativo asimismo considerado opositor, La Prensa, incluye más datos: «El pandemonio duró 35 minutos y se puso fin a la movilización iniciada el 15 de agosto en demanda de que el Gobierno no construya una carretera que pretende partir el TIPNIS. Aunque el canal 7 [estatal, NdR] informó que los indígenas intentaron a esa hora agredir a los uniformados, Ligia Pinto, de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, dijo que descansaban, comían y conversaban entre sí. (…) Fernando Vargas fue aprehendido y pateado cuando estaba tendido en el suelo. Cuando acaeció el sorpresivo ataque de la fuerza gubernamental, los policías evitaron que los periodistas capten imágenes y cerraron el paso por la carretera».
Por contrapartida, el vocero gubernamental Cambio, autodenominado ‘Periódico del Estado Plurinacional Boliviano’, expone su versión, firmada por su enviado Clayton Benavides, así: «La policía apostada en Yucumo intervino la marcha indígena que se dirigía a la ciudad de La Paz, tras ser atacada por un numeroso grupo de movilizados… los indígenas intentaron rodear la barrera policial de seguridad (…) blandiendo arcos y flechas, y amenazando con utilizar esas armas. Ante la amenaza, la fuerza pública utilizó gases antimotines para dispersar a los marchistas y detuvo a los más violentos con fines de investigación. (…)
El subcomandante de la Policía, Óscar Muñoz, quien encabezó la intervención a la marcha indígena, afirmó que el detonante para esa acción fue la agresividad de los nativos, que pusieron en peligro la integridad física de los uniformados, que los rodearon con arcos y flechas. “En realidad, ése fue el detonante, y también fue la actitud que tuvieron ellos contra gente que llegó a dialogar, y demostraron agresividad ante autoridades del Gobierno. Esa agresividad se volcó contra la integridad física de los policías, a quienes los rodearon prácticamente todos esos hombres que utilizaban flechas, y la policía tuvo que intervenir”, justificó. (…)
El jefe policial informó también que sufrió el impacto de una flecha en la parte de su pecho, pero que afortunadamente no fue de gravedad por la protección que llevaba». El subrayado es nuestro.
Con esta cobarde, brutal e indefendible accionar, el gobierno que preside Juan Evo Morales Ayma da claras muestras de que lo indigenista de su postura sólo responde a eslóganes y demagogias. Como pusimos en el título de esta entrada, lo bueno es que con estos actos se les caen las caretas y muestran, aunque sin querer, su verdadera esencia. La ministra de Defensa renunció hace unos minutos de manera irrevocable y hay una marcha que transcurre en este momento en La Paz, donde la plaza en la que se sitúa el palacio presidencial amaneció acordonada. ¿Qué es lo que temen los palaciegos?
Hace unos minutos también, el ministro de Gobierno, Sacha Llorenti —quien da las órdenes para las intervenciones policíacas— informó a través de la Agencia Boliviana de Informaciones ABI, en su cable 245302:
«El ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, afirmó el lunes que la intervención a la marcha de los indígenas que se oponen a la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos fue realizada por un requerimiento fiscal y exclusivamente para preservar la vida y evitar enfrentamientos con los pobladores de Yucumo, que se oponían a la marcha. En una conferencia de prensa dictada en Palacio de Gobierno, Llorenti dijo que también por esa razón, de preservar la vida de los marchistas, fueron evacuados de inmediaciones de Yucumo en vehículos y trasladados a otra región para que retornen a sus comunidades. "La acción que se ha llevado adelante fue con el único propósito de evitar que haya un enfrentamiento entre civiles", remarcó al anunciar que si se comprueba abusos contra los marchistas se iniciará una investigación y se sancionará a los culpables».
Penosas horas para un gobierno en el que miles de ciudadanos de Bolivia y el mundo habían cifrados sus esperanzas.
FOTOS: FEEL-BOLIVIA.BLOGSPOT.COM, INTERNET.
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