Ya está. Lo hice. Años atrás había prometido no hacerlo nunca, pero será una más de las promesas rotas en la mía vida. Pondré acá un mosaico variado de artículos sobre lo que se me ocurra, me guste, disguste, moleste, etcétera. Único asunto (casi) vetado: el Tigre -para eso está mi otro blog. Confío acompañen y soporten la travesía.
8/1/11
Por qué los radiotaxistas no recogen ensangrentados
No voy a poner la empresa, por razones obvias. Me trae a casa y como últimamente estoy empapado de series y lecturas policiales, lanzo la pregunta como parte del coloquio: “¿Maestro, quién les limpia el auto cuando recogen a un pasajero ensangrentado?”.
La réplica, luego de echarme una mirada de reojo como para cotejar la razón de mi interrogante, es contundente: “No recogemos”. Por supuesto, lanzó el por qué de inmediato. “Es que es una macana, hermano”, explica el conductor, quien debe tener mi edad o un poco más –no pude adivinar el año en el tatuaje del cuartel en su brazo izquierdo.
“Mira, hace un tiempo llevé a un chango [joven] que seguramente le asaltaron. Me dio pena porque nadie lo quería alzar. Yo me animé y rápido llegamos al Hospital de Clínicas, a Emergencias. Apenas estábamos ahí, el paco [policía] se paró aquí –señaló al lado de su puerta– y empezó a preguntarme dónde lo había recogido, pedirme mis documentos, dirección y todo. Una huevada [tontera] es, te puedes ver implicado de nada. Desde esa vez, por lo menos yo, no recojo. Y mis compañeros de la empresa, tampoco”.
Pero alguna vez, insisto, me tocó ver que los policías subían a personas heridas y sangrando en radiotaxis. “Si él más se sube, llevo, porque él se va a entender con su colega. Si no, prefiero nomás pasarme. Da pena, pero mejor es eso”.
Y claro, acabo dándole la razón. Con todo el despelote que significa estar metido en denuncias y pleitos en la Felcc (Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen), o que para peor terminen involucrando al conductor por haber hecho sólo una buena acción –estoy seguro no deben faltar los casos en los anales ‘radiotaxísticos’ del país.
En síntesis, cuando alguna vez un móvil –no hablemos ya de los taxis libres o sindicalizados, quienes muchas veces son sólo chóferes y deben darle una renta al dueño del vehículo– sube a uno o más pasajeros ensangrentados y estos le manchan el tapiz de los asientos y del piso, quien debe correr con los gastos de limpieza (complicados como bien sabe cualquiera que haya lavado su ropita manchada en una epistaxis) es el conductor.
Esa, entre otras, la principal razón por la cual los vehículos del transporte público paceño no recogen a pasajeros ensangrentados. Penosas anécdotas urbanas, digamos.
FOTO: MIRABOLIVIA.COM.
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Joda che...
ResponderEliminarDuro, pero comparto el pragmatismo del chofer... hasta que no me toque estar sangrando botado en la calle (toco madera)
ResponderEliminarNK, recuerda que pisar mierda trae buena suerte, como dijo Serrat. Yo también aguardo no me toque nunca.
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